7 de mayo de 2014

MEMORIAS

¡Hola! (hache o ele a)

Soy aquella, aquel, aquello, la verdad no lo se realmente, soy lo que alguna vez fue relevante para ti.

No he cambiado mucho, apenas pongo atención a mi apariencia, la verdad es a causa de la pereza.
Estoy decorando las paredes de mi habitación con frases de las canciones mas significativas de mi existencia y de aquellos libros que cambiaron mi perspectiva de la vida, supongo que necesitaba extinguir la deprimente apatía que me transmite los tonos pasteles. 
Dicen que he adelgazado y he vuelto a fumar, aunque a menudo me tiemblen las piernas y ¿sabes? ya me di por vencida con estas ojeras.
Dios, ¿pero que estaba pensando? si ni siquiera soy buena para controlar las adicciones, por lo menos, no soy capaz de dejar de ingerir alcohol una vez he comenzado, pero no me culpes por haberlo intentado.
No me gustaba mi cortina, así que tome una decisión drástica.
En este tiempo he tratado de escribirte algo, pero el papel en blanco significa, al fin y al cabo, un importante ahorro de estupideces sin sentido, así que he intentado concentrarme en mis estudios, pero no me culpes por no haberlo conseguido.
Nunca hacia la cama de modo que todo quedara perfectamente recto, liso y alineado, supongo que cuando estaba contigo esas cosas apenas me importaban, bueno al fin y al cabo, ya ni siquiera me importan realmente.
Cientos de aviones despegan cada día y miles de trenes se empeñan en perderse entre en confuso e inalcanzable horizonte. Mientras tanto, yo me quedo de pie, observando como una infinita cantidad de historias entran en contacto con mi existencia por algunos efímeros instantes que suelo consideras perfectos, pero luego simplemente desaparecen.
Entre la basura, he encontrado aquella mascara que me protegía de mi misma antes de que te conociera, por alguna extraña razón contigo no la usaba, sentía que no la necesitaba, no me juzgues por volver a ponérmela.
Me entretengo observando al sol, mientras detallo como se cuela por los rincones mas insospechados y le da a todo un cierto tono ambiguo y una completa sensación de intemporalidad, que me hacen sentir de nuevo en casa.
A veces llueve, es normal supongo, me gusta que llueva.
No estás, no me dejas estar, pero arrastrarme es totalmente innecesario, es absurdo y estúpido, sobretodo si en ninguno de ambos casos hay motivos lo suficientemente fuertes para ello.
Sólo quiero recordarte que: si algún día tienes la necesidad de retroceder, abrir tus puertas a quien simplemente quiere aportar una pequeña porción de sol a tus días grises y volver a permitirme sonreír por, para, y desde ti, yo ya no estaré. Hace mucho tiempo que ya no estoy, hace mucho tiempo que no ya soy.
No sé si te lo he dicho antes, pero odio los días soleados y calurosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario